miércoles, 18 de septiembre de 2013

GATOS Y CORAZONES: RELATOS DE EDGAR ALLAN POE

Hace poco retomé uno de mis vicios preferidos: La lectura. Y lo hice con algunos de los relatos de suspenso y horror más logrados de la literatura universal: “El Corazón Revelador”, “La Verdad Sobre el Caso del Señor Valdemar” y “El Gato Negro”, todos del insigne escritor estadounidense Edgar Allan Poe.


No hay mejor forma de leer estos relatos que en el ocaso de una fría tarde de lluvia, descansando en un sillón confortable, y con sólo una tenue luz de mesa para la lectura, una pequeña manta y, sobre ella, un gato ronroneando adormilado.


La experiencia se intensifica si, además, uno se encuentra solo en casa, alejado del tráfico infernal de la ciudad, y con una taza de café humeante a la mano.


Es entonces cuando se genera, a un nivel casi orgásmico, esa conexión entre el lector y el relato; una conexión que te hace deambular por los pasillos más profundos de la mente, hasta llegar al punto exacto donde realidad y fantasía se confunden.


Y eso es lo que logra Edgard Allan Poe con sus relatos. Llevarnos a lo más profundo del ser, donde nuestra personalidad se borra y donde solo queda lo más primitivo de nosotros: el horror puro de lo abyecto, el máximo terror a lo desconocido, la angustia extrema por nuestra propia vulnerabilidad.


Edgar Allan Poe: escritor, poeta, crítico y periodista, generalmente reconocido como uno de los maestros del relato corto, fue el renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror y considerado el inventor del relato detectivesco.


Durante su vida fue marcado por situaciones adversas: su padre lo abandonó; su madre murió cuando era niño; fue recogido por un matrimonio adinerado que nunca lo adoptó oficialmente; su madrastra, que lo adoraba, también murió y no pudo verla, y especialmente la muerte de su esposa Virginia Clemm lo trastornaron, y afectaron en gran medida su obra. 


En “El Corazón Revelador”, la obsesión de un narrador anónimo con el ojo enfermo (que llama "ojo de buitre") de un anciano con el cual convive lo trastorna a tal punto que decide asesinarlo. El crimen es estudiado cuidadosamente y, tras ser perpetrado, el cadáver es despedazado y escondido bajo las tablas del suelo de la casa. La policía acude a la misma y el asesino acaba delatándose a sí mismo, imaginando alucinadamente que el corazón del viejo se ha puesto a latir bajo la tarima.


“La Verdad Sobre el Caso del Señor Valdemar” nos transporta hasta los aposentos del señor Valdemar, enfermo terminal de tuberculosis, en donde el narrador trata de imbuir al paciente en un estado hipnótico mediante la influencia del magnetismo, pues tiene curiosidad por conocer sus efectos en un moribundo. Mientras Valdemar cae en trance, afirma primero que está muriendo, luego que está muerto. El narrador lo deja en ese estado durante siete meses, hasta que finalmente trata de despertarlo, y en el transcurso de la operación, todo el cuerpo de Valdemar se descompone instantáneamente frente a los presentes.


En el caso de “El Gato Negro”, somos transportados junto a un joven matrimonio que lleva una vida hogareña y apacible con su gato, hasta que el marido empieza a dejarse arrastrar por la bebida. El alcohol le vuelve irascible y en uno de sus accesos de furia acaba con la vida del animal. Un segundo gato aparece en escena, la situación familiar empeora, llega a declararse un incendio, y los acontecimientos se precipitan hasta culminar en un horrendo desenlace.


Lo mórbido, lo horrendo, lo tétrico, y a la vez lo trágico se entremezclan en estos relatos, lo cual los ha llevado a ser reconocidos como verdaderas obras maestras del género.